miércoles, 11 de julio de 2018

martes, 12 de diciembre de 2017

Las cuatro claves de la iniciativa que facilita el cambio de sexo legal a las personas trans en España

La iniciativa aprobada, que empieza ahora su trámite parlamentario, pide acabar con la necesidad de un diagnóstico de disforia de género como condición para modificar la mención registral de los documentos oficiales.
Los menores, las personas extranjeras con residencia y las intersexuales, hasta ahora excluidas, también podrán acceder a este derecho 
El Congreso ha dado este jueves un paso en el camino de la despatologización de la transexualidad. La aprobación de la proposición de ley del PSOE, con el voto en contra del PP,  supone que las personas trans dejarán de estar obligadas a presentar un informe médico o psicológico que acredite un diagnóstico de disforia de género para cambiar la mención registral (nombre y sexo) de los documentos oficiales. Estas son las claves de una clásica revindicación del movimiento trans que ha acabado entrando en el Parlamento:

Elimina los requisitos médicos

Estas condiciones están recogidas en la  ley 3/2007 de 15 de marzo , que regula la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, y que será modificada para eliminarlos. El objetivo es que la solicitud de cambio no precise de más requisitos "que la declaración expresa de la persona interesada del nombre propio y sexo registral con los que se siente identificado/a" a través una declaración que acredite su voluntad.

Incluye a menores, extranjeros e intersexuales

La iniciativa incluye a las personas extranjeras con residencia en España, a las intersexuales –aquellas que nacen con características sexuales que no encajan con las nociones binarias típicas de los cuerpos considerados masculinos o femeninos– y a los menores. Hasta ahora los tres perfiles estaban excluidos de la norma.
Actualmente los niños y niñas viven una situación de inseguridad jurídica porque la aceptación del cambio y nombre está sujeta a la arbitrariedad del Registro Civil o el juez (en caso de recurrir la decisión) que les toque. Por eso, la proposición de ley considera "inaplazable" el reconocimiento de su derecho "a desarrollarse libremente durante su infancia y su adolescencia conforme a la identidad sexual y/o identidad de género sentida".
Y es que la situación actual podría vulnerar varios artículos de la Constitución por discriminación, según estimó el Tribunal Supremo en 2016. El derecho de los menores trans ha sido reconocido por varios organismos internacionales como el Consejo de Europa, que ha pedido a los países mecanismos para que las personas trans puedan cambiar legalmente su nombre y sexo sin distinción de edad.
La forma de solicitarlo es mediante sus progenitores o representantes legales con expresa conformidad del menor. En caso de oposición (que el menor quiera y los padres no, por ejemplo), lo podrá pedir a través del Ministerio Fiscal para que resuelva un juez teniendo en cuenta el interés superior del menor. En el caso de las personas extranjeras, deberán acreditar que no pueden hacerlo en su país de origen o por imposibilidad legal o porque signifique un riesgo para su vida o integridad.

Nuevo enfoque: no es un trastorno, es diversidad

La redacción del proyecto de ley supera el marco patologizante con el que tradicionalmente las instituciones han concebido la transexualidad. El paradigma contra el que luchan las personas trans ha pasado de considerar esta realidad como algo perverso, "que no es normal", a considerarlo un trastorno y un problema individual.
Sin embargo, algunos organismos internacionales reclaman el enfoque de derechos humanos y desde la óptica de la libre autodeterminación del género. La norma aprobada califica de "imprescindible" lograr la despatologización de las identidades trans para enfocarlas "desde la perspectiva de la diversidad de género". El texto apuesta por una legislación que no haga depender el cambio registral de la acreditación de terceros a través de informes médicos para que el Estado reconozca el derecho a la identidad "autopercibida y libremente determinada" de la persona sin menoscabo de su dignidad.

Un reivindicación más amplia

Los colectivos trans y LGTBI celebran la aprobación de la iniciativa, pero no la consideran suficiente. Esta modificación está incluida en la ley LGTBI (elaborada por la FELGTB) que ya tramita el Congreso con la abstención del PP, pero cuyo trámite es mucho más largo. También lo incluye la  propuesta de Ley Trans estatal que ha redactado la Plataforma por los Derechos Trans y que Unidos Podemos se ha comprometido a registrar. 
"Es una ley administrativa necesaria, pero la transexualidad debe de ser despatologizada en todos los ámbitos", afirma su presidenta Mar Cambrollé.

Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/claves-dejara-enfermos-cambiar-legalmente_0_712879104.html


viernes, 1 de diciembre de 2017

El fantasma del género - por Judith Butler

¿Quién le teme a Judith Butler y por qué? ¿Sobre qué pánicos morales se apoyaron las movilizaciones que repudiaron su presencia en Brasil? En esta nota escrita especialmente para ser publicada en exclusiva para la revista Follia de Brasil y el Suplemento SOY de Argentina, explica por qué ese escarnio público, con simulacro de quema de brujas, se encuentra íntimamente ligado a los peligros que afronta hoy la democracia en todo el mundo, que por otra parte era el tema de la conferencia que había ido a dar. Y de paso, una clase magistral sobre el género, para todos y todas.
Por Judith Butler


Comparemos lo que yo en efecto escribí, y en lo que creo, con esta corrosiva ficción que ha generado tanta alarma. A fines de 1989, hace casi treinta años, publiqué un libro llamado El género en disputa, donde daba cuenta del carácter performativo del género. ¿Qué significa eso? A todos se nos ha asignado un género desde el nacimiento, somos nombrados por los padres o las instituciones sociales de ciertas maneras. A veces cuando un género se asigna, se dan una serie de expectativas en relación a éste: ésta es una niña, entonces asumirá un rol femenino tradicional en la familia y en su lugar de trabajo cuando crezca. Este es un niño, así que asumirá un rol predecible en la sociedad cuando crezca. Muchas personas experimentan dificultades con esa asignación, no están conformes con esas expectativas, y sienten que parte de lo que son se aparta de la asignación social que se les ha otorgado. Así que la pregunta que se desprende de esto es la siguiente: ¿Qué tan libres son las personas jóvenes y los adultos para elaborar el significado de su asignación de género? Han nacido en una sociedad pero también son actores sociales que le dan forma a sus vidas para que sean más vivibles. Y las instituciones sociales, incluyendo las instituciones religiosas, escuelas, y los servicios sociales y de salud, deberían ser capaces de ayudar a las personas a que lleguen a saber cómo vivir mejor en sus cuerpos, perseguir sus deseos y establecer relaciones que les satisfagan. Algunas personas viven en paz con el género que se les ha asignado, pero otras sufren cuando se ven obligadas a conformarse con normas sociales que anulan su más profunda vivencia de quienes son o desearían ser. Y para esas personas la necesidad de establecer los términos de una vida vivible es urgente.

Qué ven cuando me leen

Así que, ante todo, El género en disputa buscaba afirmar la complejidad de nuestras identificaciones de género y deseos y unirse a aquellos que dentro del movimiento LGBTQ contemporáneo creían que una de las libertades fundamentales que deberían respetarse es la libertad de expresión de género. ¿Era ésta una negación de la existencia de las diferencias naturales entre los sexos? Ciertamente nunca lo fue. Aunque subrayé que había diferentes paradigmas científicos para determinar las diferencias entre los sexos, y que ciertos cuerpos tenían atributos mixtos que los vuelven difíciles de clasificar. También afirmé que la sexualidad humana toma diferentes formas, y que no debemos suponer que conocer el género de alguien nos dará ninguna clave sobre su orientación sexual. Un hombre masculino puede ser gay o heterosexual, y lo mismo se aplica a una mujer masculina. Nuestras ideas sobre la feminidad y masculinidad varían según las culturas y no hay significados estáticos para esos términos. Hay dimensiones culturales de nuestras vidas que asumen diferentes significados a lo largo de la historia, y dado que nosotros mismos somos actores sociales tenemos cierta libertad para determinar esos significados. Pero el objetivo de aquella teoría era el de producir aceptación para el amplio espectro de identidades y deseos que constituyen nuestra complejidad como seres humanos.
Tanto ese trabajo como los que le siguieron estuvieron dedicados a condenar la violación y la violencia corporal. Más aun, la libertad para buscar la expresión de género o vivir como lesbiana, gay, bisexual, trans o queer (esa lista no es exhaustiva) solo puede garantizarse en una sociedad que se niegue a aceptar la violencia contra las mujeres y las personas trans, que se niegue a aceptar la discriminación en base al género y a patologizar a aquellos que han acogido esas categorías con el fin de vivir vidas con dignidad, alegría y libertad. El compromiso era oponerse a las formas de daño que socavan la posibilidad de vivir con alegría y dignidad. Así que me opongo inequívocamente a la violación, el acoso y la violencia, y todas las formas de explotación de niños. La libertad no es, y nunca será, la libertad de hacer daño. Si una acción libre hiere a otra persona o la priva de libertad, entonces el primer acto no puede considerarse libre; se convierte en una acción perjudicial. De hecho, lo que me ha preocupado es la frecuencia con que las personas que no cumplen con las normas de género y las expectativas heterosexuales son hostigadas, golpeadas y asesinadas. Las estadísticas de feminicidio son un buen ejemplo. Las mujeres que no son lo suficientemente serviles se ven obligadas a pagar con sus vidas. Las personas trans y travestis que solo desean tener la libertad de moverse en el espacio público tal como son y desean ser, son atacadas y asesinadas. Muchas mujeres pueden perder a sus hijos si salen del closet, muchas personas todavía pierden sus trabajos y lazos familiares al salir. El sufrimiento que generan el ostracismo social y el señalamiento son enormes. La injusticia radical del feminicidio debería ser condenada mundialmente y las profundas transformaciones sociales que harían que tal crimen sea impensable tienen que ser instigadas y sostenidas por los movimientos sociales y las instituciones que se niegan a permitir la muerte de personas por su género y sexualidad. En Brasil una mujer es asesinada cada dos horas. La reciente tortura y posterior asesinato de Dandara dos Santos en Fortaleza no fue más que un ejemplo gráfico de la matanza generalizada de personas trans en Brasil, que le ha valido la reputación de ser el país más conocido por los crímenes de odio contra personas LGBT.
Estos son los claros daños sociales y atrocidades a los que me opongo, y mi libro, y el movimiento queer del que es parte, han tratado de producir un mundo sin sufrimiento y violencia de este tipo.
La teoría de la performatividad de género es aquella que busca comprender la formación de género y apoyar la idea de la expresión de género como un derecho y una libertad básicos. No es una “ideología”. Por lo general, se entiende que una ideología es un punto de vista ilusorio y dogmático, que se ha “apoderado” del pensamiento de las personas de una manera acrítica. Mi punto de vista, sin embargo, es crítico, y se pregunta sobre los tipos de suposiciones que la gente da por sentado en su vida cotidiana, las suposiciones que los servicios médicos y sociales hacen sobre lo que es una familia y lo que cuenta como una vida patológica o desviada.
¿Cuántos de nosotros todavía creemos que el sexo biológico determina los roles sociales que asumimos en la vida? ¿Cuántos de nosotros todavía sostenemos que el significado de lo masculino y lo femenino está determinado por las instituciones de la familia heterosexual y la idea de la nación que impone una noción conyugal de matrimonio y familia? Las familias queer y travestis ponen en acto formas de asociaciones íntimas, compañerismo y cuidados de otros tipos. Las madres solteras tienen diferentes lazos de parentesco. También, las familias ensambladas, donde las personas se han vuelto a casar o se han unido en nuevas fusiones muy diferentes de las estructuras familiares tradicionales. Encontramos sostén a través de muchas formas sociales, incluida la familia, pero la familia también es una formación histórica: su estructura y significado cambian a través del tiempo y el lugar. Si negamos esto, estamos negando la complejidad y la riqueza de la existencia humana.

Género e ideologías

La idea de género como ideología fue introducida por Joseph Ratzinger en 1997 antes de convertirse en el Papa Benedicto. El trabajo académico de Richard Miskolci y Maximiliano Campana rastrea la recepción de esa formulación a través de varios documentos del Vaticano. En 2010, Jorge Scala de Argentina publicó un libro titulado Ideología de género que fue traducido al portugués por una editorial evangélica. Este puede haber sido un punto de inflexión en las recepciones de “género” brasileñas y latinoamericanas. Según la caricatura de Scala, quienes trabajan con los temas de género niegan las diferencias naturales entre los sexos y creen que la sexualidad debería estar libre de todas las limitaciones. Aquellos que se apartan de la norma del matrimonio heterosexual estarían libres de todas las normas. La teoría del género vista a través de tal lente no solo niega las diferencias biológicas, sino que produce un peligro moral. 
En el aeropuerto de Congonhas, una de las mujeres que me confrontó empezó a gritarme acerca de la pedofilia. ¿De dónde viene esto? Puede que ella haya creído que los hombres gay son pedófilos y que el movimiento por los derechos lgbti era propaganda a favor de la pedofilia. Me encontré a mí misma preguntándome por qué un movimiento por los derechos sexuales y la dignidad, contra la violencia sexual y la explotación es acusado de pedofilia cuando es claro que la Iglesia Católica en los últimos años ha refugiado pedófilos, protegiéndolos del enjuiciamiento sin proteger a sus cientos de víctimas. ¿Será que la “ideología de género” se ha convertido en un fantasma del caos y la depredación sexual precisamente para desviar la atención de la explotación sexual y la corrupción moral dentro de la propia Iglesia Católica, una situación que ha sacudido profundamente su autoridad? ¿Tenemos que entender cómo funciona la “proyección” para comprender cómo una teoría del género podría transformarse en “una ideología diabólica”?

El retorno de las hechiceras

Tal vez aquellos que quemaron una esfinge que me representaba como una bruja trans no sepan que aquellas que fueron llamadas brujas y quemadas eran personas cuyas creencias no encajaban con el dogma católico. Históricamente a las brujas se las ha acusado de tener poderes que era imposible que tuvieran y se convirtieron en chivos expiatorios cuya muerte se suponía que iba a limpiar a la comunidad de la corrupción moral y sexual. Se creía que habían cometido herejía, en cooperación con el diablo y que había introducido lo diabólico en la comunidad en lugares como Salem, Massachusetts, Baden, Alemania, en los Alpes, Austria e Inglaterra. Muchas veces ese “diablo” era concebido como una licencia sexual. El fantasma de estas mujeres como el diablo o sus representantes resuena ahora en la ideología “diabólica” del género. La tortura y el asesinato de esas mujeres a lo largo de la Historia como brujas representaban un esfuerzo por reprimir las voces disidentes, aquellas que cuestionaban ciertos dogmas de religión.
Fue gente responsable dentro de la misma Iglesia quien puso fin a esto, que insistió en que la quema de brujas no representaba los verdaderos valores cristianos. Esta era, después de todo, una forma de feminicidio llevado a cabo en nombre de una moralidad y ortodoxia. Aunque no soy especialista en Cristianismo, entiendo que una de sus grandes contribuciones fue la doctrina del amor y la consideración por la vida, muy lejos del veneno de la caza de brujas.
Aunque solo se quemó mi imagen y quedé indemne, la acción me horrorizó, no tanto en mi nombre sino en nombre de aquellas valientes personas queer y feministas en Brasil que buscan defender una democracia donde se afirmen los derechos. Ese gesto simbólico de quemar mi imagen era un modo de enviar un mensaje de amenaza en todos aquellos que creen en la equidad para las mujeres, los derechos de las mujeres y las personas lgbt. Quienes creen en el derecho de los jóvenes a ejercer la libertad de encontrar su deseo y de vivir en un mundo que se niega a amenazar, criminalizar, patologizar o matar a todos aquellos cuya identidad de género o formas de amar no hacen daño a nadie. Esta es también la mirada del Arzobispo Justin Welby, de Inglaterra, quien recientemente afirmó el derecho de los jóvenes a explorar su identidad de género, apoyando una actitud más abierta y de aceptación hacia los roles de género en la sociedad. Esta apertura ética es importante para una democracia que incluya la libertad del expresar el género libremente.
Quizás el foco de “género”, al final, no estaba tan alejado de la pregunta que nos hacíamos en la conferencia, titulada “¿El fin de la democracia?”. Cuando la violencia y el odio se convierten en instrumentos de la moralidad religiosa y política, entonces la democracia está amenazada por aquellos que desgarran el tejido social, castigan la diferencia y socavan los lazos sociales necesarios para que se sostenga nuestra coexistencia aquí en la tierra. Recordaré Brasil por todas las personas generosas y reflexivas, ya sean seculares o religiosas, que trataron de bloquear los golpes y detener el odio. Son ellos quienes parecen saber que el “fin” de la democracia es mantener viva la esperanza de una vida común no violenta y el compromiso con la igualdad y la libertad, donde la intolerancia sea superada por la valiente afirmación de nuestras diferencias. Entonces todos comenzaremos a vivir, respirar y movernos con mayor facilidad y alegría, el objetivo último de la valiente lucha democrática a la que me siento orgulloso de pertenecer es ser libre, ser tratado como un igual y vivir juntos sin violencia.
Traducción Dolores Curia
fuente https://www.pagina12.com.ar/77673-el-fantasma-del-genero

martes, 21 de noviembre de 2017

Intersexualidad - Caso Salinas Barahona

La intersexualidad es una variación orgánica por la cual un individuo presenta discrepancia entre su sexo y sus genitales, poseyendo por tanto características genéticas y fenotípicas propias de varón y de mujer, en grado variable

Algunas personas nacen con una mezcla de rasgos masculinos y femeninos que les dificulta a los médicos la tarea de asignarles el sexo masculino o femenino. A estas personas se las denomina “intersexuales”.

¿Qué significa intersexo? 
Podemos definir a un intersexual como una persona que nace con una combinación de características biológicas masculinas y femeninas, como cromosomas o genitales, que puede dificultarles a los médicos la tarea de asignarles un sexo tan restringido como masculino o femenino.
Ser intersexual es una variación que sucede naturalmente en los seres humanos y no es un problema médico. También es más común de lo que las personas piensan. Es difícil saber con exactitud cuántas personas son intersexuales, pero se estima que 1 de cada 100 personas nacidas en los Estados Unidos lo son.

Hay muchas variaciones de intersexualidad. Algunas personas intersexuales tienen órganos sexuales internos o genitales ambiguos; por ejemplo, las personas que tienen tanto tejido ovárico como testicular. Otras tienen una combinación cromosómica que no es XY (masculina) y XX (femenina); por ejemplo, XXY. Y algunas personas nacen con genitales que aparentan ser totalmente masculinos o totalmente femeninos, pero sus órganos internos o las hormonas que segregan durante la pubertad no coinciden.

Si una persona nace con genitales intersexuales, es posible que se la identifique como intersexual al nacer. En el caso de las personas que nacen con genitales externos más definidos, ya sean masculinos o femeninos, puede que no descubran que son intersexuales hasta que sean más grandes, por ejemplo, hasta la pubertad. Algunas personas pueden no enterarse de que son intersexuales en toda su vida.

¿Qué pasa cuando una persona nace intersexual?
 Cada vez hay más conciencia de la condición intersexual. En el pasado, cuando nacía un bebé intersexual, el doctor y la familia decidían un género y lo criaban como si fuese de ese género, ya fuera masculino o femenino. Era habitual que se practicara una cirugía en los genitales del bebé y que se administraran hormonas masculinas o femeninas cuando llegara la pubertad. Pero, algunas veces, el género que habían elegido no coincidía con la identidad de género que tenía esa persona al llegar a la juventud. Por eso, cada vez más personas consideran que la cirugía u otras intervenciones médicas deberían posponerse hasta que las personas intersexuales sean lo suficientemente maduras como para decidir con qué género se sienten identificadas y qué tipo de tratamiento quieren seguir, si es que desean seguir alguno.

martes, 14 de noviembre de 2017

Cortometraje Transexual Tenemos que hablar

"Tenemos que hablar" Un cortometraje intenso y emocionante sobre la aceptación y el amor. 
Dirección: Victoria Avinyó. 

sábado, 11 de noviembre de 2017

Homenaje a Mariela Muñoz por Maria Audras

Amor A Paso De Gigante de Maria Audras

El 2 de mayo de 1997 la argentina Mariela Muñoz dejó de ser legalmente Leonardo. Tenía 55 años cuando se convirtió en la primera transexual del país en conseguir el cambio de nombre y género en el documento nacional de identidad. Hacía 41 años que había pedido que la llamaran Mariela y 16 que se había sometido a una operación de cambio de sexo. En medio, se ganó la vida como tarotista y crió a 17 niños que se encontró en la calle o que le entregaron sus padres. El documental Amor a paso de gigante, de la cineasta francoargentina Maria Audras, narra la vida de esta pionera, fallecida el pasado mayo. La cinta ganó el premio al mejor largometraje en el festival de cine LGBTIQ Asterisco la semana pasada.
Audras, residente en París, se enteró de la vida de Mariela por un amigo en los 90 y volvió a acordarse de ella cuando apareció en Francia el debate sobre el matrimonio gay y la adopción de niños por homosexuales o trans. "Pensé que tenía que ir a verla y llamé a todas las Mariela Muñoz de Buenos Aires, pero no la encontré porque ella vivía en los alrededores", cuenta la cineasta a EL PAÍS por teléfono. Cuando al final la localizó y viajó a conocerla, el amor que le profesaban sus hijos y hermanos le hizo cambiar la ficción que tenía en mente por un documental, en el que trabajó durante tres años.

Mariela nació en Lules, un pueblo de la norteña provincia de Tucumán, el 24 de diciembre de 1943, pero pasó gran parte de su infancia en la localidad bonaerense de Quilmes, el pueblo al que se mudó la familia en busca de un futuro mejor. Su padre cambió los campos de cañas de azúcar por la construcción para poder alimentarla a ella y a sus tres hermanos. "Tuve una infancia difícil porque ya era muy femenina", reconoció Mariela en 1993. "Era sensible y obediente y le gustaba quedarse en el hogar", recuerda ante la cámara su hermano Luis sobre los años que pasaron en la casa familiar. Ya a los 13 cuidaba a sus hermanos y a los hijos de un matrimonio italiano vecino.
Soportó burlas, golpes y hasta una violación colectiva correctiva por tres hombres durante su juventud, pero nunca se le pasó por la cabeza echarse atrás. Su padre la llevó a psiquiatras y a prostitutas para ver si podía hacerla cambiar de opinión, pero después la aceptó e incluso pensó en hipotecar la casa para pagarle la operación. La madre, en cambio, se opuso siempre, según Luis.

Niños, adolescentes y madres solteras

A los 26 se independizó y comenzó a ayudar a niños, adolescentes y madres solteras. El primero fue el hijo de una prostituta, que ella le entregó a Mariela porque no lo podía cuidar. Después, se quedó con tres hermanas abandonadas por la madre y al cuidado de un padre albañil que no tenía trabajo. Y la familia atípica siguió creciendo.
A Yolanda Emma Quiroga la encontró frente a una estación de tren, con 16 años y una bebé. Había huido de la casa donde vivía cuando le instaron a prostituirse para alimentar a su hija, le contó su historia a Mariela y aceptó su invitación inmediata a vivir con ella. Algo similar pasó con Enrique Sánchez, quien llegó en tren a Buenos Aires con 14 años tras fugarse del horno de ladrillos en el que trabajó desde los 9 en la provincia norteña del Chaco. "Cuando llegué a Retiro se me vino el mundo abajo, se me caían los lagrimones [...] Mariela fue una madre que me salvó la vida", dice Sánchez en el documental.
"Lo que más me sorprendió fue su franqueza y su sensibilidad. Nunca mintió a los chicos sobre quién era, siempre les contó que era un hombre pero que iba a llegar un día en el que sería mujer", relata Audras. Si 1981, cuando viajó a Chile para hacerse la deseada vaginoplastia, fue un año muy celebrado, su peor momento llegó en 1993, cuando un juez le retiró la custodia de tres hijos que había registrado como propios. Perdió la batalla legal y el juez la condenó a un año de cárcel en suspenso, pero instaló en la sociedad argentina un tema que hasta entonces era tabú: la posibilidad de que un transexual criara hijos.
La notoriedad de la causa la ayudó a conseguir ese otro deseo tantos años postergado: aparecer como Mariela Muñoz en el DNI. Lo logró 15 años antes de que Argentina aprobara la Ley de identidad de género, que garantiza ese derecho a cualquier transexual. Esa y otras conquistas sociales, junto a momentos históricos de Argentina, se mezclan con los testimonios de personas cercanas a Mariela en el documental.
Audras la filmó en el último año de su vida, cuando había sufrido tres accidentes cerebrovasculares y dependía de los cuidados de sus hijos adoptivos. Tras su muerte, la cinta se ha convertido en un homenaje a una gigante luchadora.



fuente: https://elpais.com/cultura/2017/11/09/actualidad/1510246197_012938.html